viernes, 20 de marzo de 2009

Engranajes para la destrucción...

Increible es, cómo el hombre es capáz de inmolarse por variadas causas.

Entre éstas, pueden hacerse notar variados universos, como los correspondientes a su vida individual y colectiva que encierran a los sentimientos de éste.

Pero, hay un orden, totalmente ajeno a éstos últimos. Éste orden encierra a determinadas instituciones, no orgánicas. No orgánicas por ser estructuras fijas, inamobibles, perpetuas y devoradoras de personas, individuos. Todo lo contrario sucede cuando estas son ágiles, temporales (Con o sin tiempo establecido), movidas por intereses concretos en situaciones específicas; guiadas, construidas y destruidas por sus propios integrantes, donde estos son el cerebro y corazón de la misma, y no un simple alimento o combustible para poner en marcha sus engranajes.

Sin profundizar demasiado, diremos que estas instituciones ajenas al hombre (En un sentido natural y real, ya que se nos objetará que estas forman parte de uno, pero nosotros responderemos que de forma impuesta y en ningún modo emanada de una libre decisión y acuerdo.) son la Iglesia y el Estado. Ámbas inmiscuidas en la vida individual y colectiva del hombre. Haciendo que este sujeto, en nombre de abstracciones como Dios y el bien común , se destruya naturalizando como propias, o como parte de sí, a estos cantos de sirena.

Así, es como las estructuras basadas en abstracciones, y no en el hombre mismo, moldean, encuadran, encieran, ahogan, legislan, contabilizan, monitorean y purifican (Según su propia visión) al mismo hombre.

Uno de los ejemplos claros son las guerras, ya sean religiosas o no. Sin importar la abstracción, pueblos enteros se ven obligados a levantar las banderas de un dios y una patria determinados. Esto, como producto de la naturalización o introducción de una moral ajena, pero que termina siendo efectiva debido a la insistencia y sistematización de la misma.

Es un panorama más que oscuro y que nos invita a ser devorados por estos monstruos casi omnipresentes en una sociedad contaminada de deberes y no de principios.

Quien no deseé estas maneras, formas, estructuras, vínculos (Instituciones) que cohercionan nuestras vidas, pensará en alguna propuesta. Justamente, esta propuesta será hacer todo lo inverso hecho hasta ahora y comentado aquí. Donde no se levantará la bandera de ninguna nación para hacer frente a esta guerra tan histórica como cotidiana, sino otro tipo, la bandera de la libertad.

Por Hernán.

No hay comentarios: